Lo genial de esta herramienta de la decoración es la variedad que hay en el mercado. No solo en color, sino también sobre la base del líquido con el que esté hecho: agua o aceite. Así que la elección de la pintura no solo se hará siguiendo tus gustos de color, sino dependerá del ambiente donde la vas a usar.
Las pinturas hechas a base de agua se les dice látex y las que están hechas con aceite se llaman esmaltes. Y estas dos vienen en tres tipos: brillante, satinado (con poco brillo) y mate.
Las pinturas brillantes siempre se hacen con aceite y son muy resistentes. Se utilizan sobre madera o metal, pero también en paredes que se quieren proteger, como en colegios, clínicas u otros lugares públicos. Son lavables, pero no decorativas.
Tanto el látex como el esmalte tienen la opción del acabado mate. Este tipo de pintura es ideal para las paredes poco preparadas, pero no es muy lavable.
Las pinturas satinadas son aquellas que tienen ese brillo sutil y sedoso y soy ricas al tacto. Son más costosas, pero fáciles de limpiar. La única desventaja es que tu pared necesitará un buen tratamiento previo, porque este tipo de pintura deja ver todas las imperfecciones.
Recuerda que la pintura al agua se limpia con agua y la de aceite se limpia con aguarrás.
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